Como buen buscavidas, tuve varios oficios en mi largo andar por la vida, pero hay uno que verdaderamente me atrapó y es el de: «operador cinematográfico», oficio éste al que me dediqué gran parte de ella.
Una visita a la cabina de proyección del cine de mi barrio, fue el desencadenante de mi pasión por ese quehacer, y hoy... quise compartir un poco esa historia.
Mis comienzos
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Proyector 16mm |
Fue por aquellos años, en que tuve la oportunidad de conocer a Donato Genovese, operador del ¨Cine Select¨ de esa localidad, y quien me dio la oportunidad de conocer la cabina de proyección de dicha sala. Donato ejercía la profesión de operador desde el año 1939, cuando contaba con apenas 14 años de edad. A partir de allí y de conocer su trabajo, fue que comencé a sentir una creciente pasión por ese oficio.
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Donato Genovese |
La magia que encerraba esa vieja sala de proyección y su aroma, tenía para mí un encanto indescriptible, aroma que jamás podré olvidar y que atesoraré en el arcón de los recuerdos más hermosos de esa época.
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Parte equipamiento de proyección ¨Cine Select¨ |
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Proyector ¨Kalee1¨ |
En la ciudad en ese entonces existían tres cines; la sala principal era el «Cine Avenida» por su capacidad (1100 butacas), y por estar situada en pleno centro de la ciudad; el «Cine teatro Coliseo» de la sociedad Española, y el «Cine Select.» Las salas del Avenida y del Select pertenecían a una misma empresa, y la del teatro Coliseo, a otra independiente.
Fue así entonces, que me concedieron trabajo en la empresa y comencé a atender ambos cines; todo ocurrió todo muy rápido,
yo estaba feliz con mi nueva actividad, pero luego de un tiempo, tomé la decisión de emigrar a Buenos Aires Capital, con el fin de buscar nuevos horizontes laborales, pero mí corto transitar por esas viejas salas de proyección llenas de magia y que con tanta tristeza dejaba atrás, hizo que mis metas siempre estuviesen orientadas al quehacer cinematográfico.
Con el pasar de los años y la llegada de la tv por cable, comenzó a declinar la afluencia de público en las salas de cine, y más tarde, la aparición de las videograbadoras hogareñas terminó de asestar el golpe final al interés de la gente por la pantalla grande.
Las salas del interior del país son las que más sintieron ese olvido masivo de sus asiduos espectadores; poco a poco se fueron despoblando de público, y las butacas, que en su época de esplendor sufrían los embates de aquellos que se desesperaban por conseguir una buena ubicación, comenzaron a llenarse de polvo y de olvido.
Corrían los años 80 cuando el «Cine Select» comenzó a decaer, y la vieja pantalla que en sus años de apogeo supo hipnotizar a diversas generaciones, poco a poco dejaba de brillar.
De pronto, un día el cine fue alquilado para un acto político que presentaba el candidato José Luis Manzano del partido justicialista, que para esa ocasión visitaba la ciudad; y la sala como en los viejos tiempos, se vio colmada en su totalidad por la multitud que convocó dicho acto, pero ya no eran los espectadores cinéfilos que esta solía albergar en su época de esplendor, y nadie se daría cuenta entonces, que estaban viviendo los últimos momentos de existencia de una sala que sería reconocida más tarde, como un ícono histórico de la ciudad de Bolívar.
Lamentablemente, ese reconocimiento llegaría demasiado tarde, ya que luego del acto de Manzano, la sala del «Cine Select» fue vendida y demolida inmediatamente; la ignorancia de los políticos de turno y el poco interés cultural, hicieron que no tomaran en cuenta lo que la ciudad estaba perdiendo; y hoy tristemente en su lugar… funciona un supermercado.
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Donato en la actualidad |
En varias ocasiones lo he encontrado y me he puesto a charlar con él recordamos vivencias de aquellos hermosos días que compartíamos en la sala de proyección; el me enseño desinteresadamente y sin egoísmo su oficio, fue un gran maestro y amigo, su honestidad y humildad para conmigo marcarían mi vida y fue un ejemplo a seguir en mi profesión; de alguna manera su esencia me acompañara por siempre.
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Al poco tiempo de
Emigrar a la capital.
Sala Leopoldo Lugones
(Teatro Gral. San Martín)
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Anécdotas como estas abundan en la historia de la cinematografía, pero válgame… ¡que hermosos días!
Juan Carlos Moura
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