lunes, 7 de febrero de 2011

De oficio: ¨La Proyección¨

Como buen buscavidas, tuve varios oficios en mi largo andar por la vida,  pero hay uno que verdaderamente me atrapó y es el de: «operador cinematográfico», oficio éste al que me dediqué gran parte de ella.
 Una visita a la cabina de proyección del cine de mi barrio, fue el desencadenante de mi pasión por ese quehacer, y hoy...  quise compartir un poco esa historia.

 Mis comienzos

Proyector 16mm
Mi primera incursión en la cinematografía fue en el año 1972 en la ciudad de Bolívar, año en que  compré mi primer proyector de 16mm  y con el cual comencé a hacer proyecciones en diversos pueblos de la zona rural.
Fue por aquellos años, en que tuve la oportunidad de conocer a Donato Genovese, operador del ¨Cine Select¨ de esa localidad, y quien me dio la oportunidad de conocer la cabina de proyección de dicha sala.  Donato ejercía la profesión de operador desde el año 1939, cuando contaba con apenas 14 años de edad.  A partir de allí  y de conocer su trabajo, fue que comencé a sentir una creciente pasión por ese oficio.  

Donato Genovese
Mi primer contacto con esos viejos  proyectores de 35mm marca «Kalee1» fue para mí algo mágico; proyectores viejos pero que funcionaban como un reloj Suizo; con su marcha suave, su ruido tan especial  que emitía  la película al rodar, el olor a celuloide y acetona  que invadía el lugar, sumado  al  humo de los carbones que escapaba de las viejas linternas de arco, contribuían a crear un ambiente de fantasía. 
La magia que encerraba esa vieja sala de proyección y su aroma, tenía para mí un encanto indescriptible, aroma que jamás podré olvidar y que atesoraré en el arcón de los recuerdos más hermosos de esa época. 

Parte equipamiento de proyección ¨Cine Select¨

Donato, me comentó de su falta de descanso por no contar con un operador  suplente, por lo que  de   inmediato me puse a su disposición para ayudarle en la tarea, y de esa manera  aprender el oficio, meta que no me llevó mucho tiempo y pronto comenzó a dejarme solo atendiendo la proyección.

Proyector ¨Kalee1¨
En aquellos años de oro de la cinematografía,  no existía el video ni la tv por cable, tampoco llegaban las señales de tv por aire,  por lo que las salas  trabajaban colmadas de público, pues el cine era la salida obligada y cada exhibición  por lo general era un éxito.
  En la ciudad en ese entonces  existían tres cines; la sala principal era el «Cine Avenida» por su capacidad (1100 butacas), y por estar situada en pleno centro de la ciudad; el «Cine teatro Coliseo» de la sociedad  Española, y el «Cine Select.»  Las salas del Avenida y del Select pertenecían a una misma empresa,  y la del teatro  Coliseo, a otra independiente.
-Cine Select-


Fue así entonces, que me concedieron trabajo en la empresa y comencé a atender ambos  cines; todo ocurrió todo muy rápido, 
 yo estaba feliz con mi nueva actividad, pero luego de un tiempo,  tomé la decisión de emigrar a Buenos Aires Capital, con el fin de  buscar nuevos horizontes laborales, pero mí corto transitar por esas viejas salas de proyección llenas de magia y que con tanta tristeza dejaba atrás,  hizo que mis metas siempre estuviesen orientadas  al quehacer cinematográfico. 
 
Con el pasar de los años y  la llegada de la tv por cable, comenzó a declinar la afluencia de público en las salas de cine, y más tarde,  la aparición de las videograbadoras hogareñas  terminó de asestar el golpe final al interés  de la gente por la pantalla grande.  
  
 Las salas del interior del país son las que más sintieron ese olvido masivo de sus asiduos espectadores; poco a poco se fueron despoblando de público, y las butacas, que en su época de esplendor sufrían los embates de aquellos que se desesperaban  por conseguir una buena ubicación, comenzaron a llenarse de polvo  y de olvido.

 Corrían los años 80 cuando el «Cine Select» comenzó  a decaer, y  la vieja  pantalla que en sus años de apogeo  supo hipnotizar  a diversas generaciones, poco a poco dejaba de brillar. 
De pronto, un día el cine fue alquilado para un acto político que presentaba el candidato José Luis Manzano del partido justicialista, que para esa ocasión visitaba la ciudad; y la sala como en los viejos  tiempos, se vio colmada en  su totalidad por la multitud que convocó dicho acto,  pero ya no eran  los espectadores cinéfilos que esta solía albergar en su época de esplendor,  y nadie se daría cuenta entonces,  que estaban viviendo los últimos momentos de existencia de una sala que sería reconocida más tarde, como un ícono histórico de la ciudad de Bolívar.

-Select, acto de Manzano-


Lamentablemente, ese reconocimiento llegaría  demasiado tarde, ya que luego del acto de Manzano,  la sala del «Cine Select»  fue vendida  y demolida inmediatamente;  la ignorancia de los políticos de turno y el poco interés cultural, hicieron que no tomaran en cuenta lo que la ciudad estaba perdiendo; y  hoy  tristemente en su lugar… funciona un supermercado.
  
Donato en la actualidad
Donato en la actualidad (a la fecha de este blog), es un hombre de 89 años de edad, que luego de la pérdida de su señora esposa, vive en completa soledad rodeado de recuerdos;  las paredes de su casa están llenas de fotos enmarcadas cuidadosamente en las  que se reflejan imágenes de todo lo que tocó y amó en su vida; se pueden observar en ellas  a artistas que pasaron por el escenario del cine Select posando junto a él, imágenes de la cabina de proyección, imágenes de políticos de la época, su familia, Etc.


En varias ocasiones lo he encontrado y me he puesto a charlar con él recordamos vivencias de aquellos hermosos días que compartíamos en la sala de proyección; el me enseño desinteresadamente y sin egoísmo su oficio, fue un gran maestro y   amigo, su honestidad y humildad para conmigo marcarían mi vida y fue un ejemplo a seguir en mi profesión; de alguna manera su esencia me acompañara por siempre.


     Al poco tiempo de 
         Emigrar a la capital.
    Sala Leopoldo Lugones 
     (Teatro Gral. San Martín)
 Y recordando alguna anécdota…  el material fílmico de aquella época era celuloide, material muy delicado que se cortaba a menudo; las películas llegaban al interior del país con meses de atraso  después que habían sido exhibidas por varias salas, y en general, llegaban en muy malas condiciones con muchos cortes, ralladas  y llenas de empalmes que se despegaban al pasar por el proyector, cuando esto ocurría, los silbidos y los aplausos ensordecían  la platea,  por Dios… que momentos; había que tener nervios de acero y continuar con la proyección lo más rápido posible, porque si no se armaba el gran lío; ni que contar cuando venían los rollos equivocados dentro de las latas, y en la mitad de la película donde alguien había muerto en  alguna escena, a los diez minutos aparecía en otra vivo otra vez, eso era el acabose! ni idea donde correspondía ese rollo equivocado, por lo general había que suspender la función para poder compaginar la película y poder continuar.
Anécdotas como estas abundan en la historia de la cinematografía,  pero válgame…  ¡que hermosos días!

                                                                              Juan Carlos Moura

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